La mañana se había desplegado completamente, la luz matinal bañaba
nuestra habitación; jugueteaba con tus labios y mis manos se desplazaban por tu
cuerpo jugando con tu paciencia.
Adoro la sensación que provoca tu mirada, pero
adoro aún más tus suaves palabras, las cuales me advertían el límite de tu
paciencia; el deseo por escuchar ese tono frio en tus labios me inundaba de
placer e ignoré tus advertencias.
De súbito sentí tu cuerpo alejarse del mío,
cuando volviste tenías la pala entre tus manos ordenándome recostarme sobre la
cama y colocarme en posición, sobrepase los límites, solo quería sentir tus
manos, pero ahora sentiría la pala, dudé, pero esa mirada que provoca un sin
fin de sensaciones me hicieron obedecer, levantaste mi vestido comenzando el
castigo, no fuiste tan severo como creí, al terminar el castigo me besaste en la
mejilla y en los labios; pero tu mirada me dijo en silencio que no siguiera tentando
el destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario