Rodeadas por flores rojizas, entre ramas cubiertas de
espinas, abrazadas por el viento que cantaba su melodía, elevaste tu mirar y
sonreí al percibir el rubor de tus mejillas; dulces ojos que miran cautelosos,
facciones trasmutadas en palabras mudas, tome tu hombro y tu el mío, caminando
sin prisa al encuentro de nuestro labios... mas el tiempo se congela y jamás nos
tocamos.
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