Fantaseando sesiones

Cierro los ojos, suspiro mientras mis dedos de deslizan por mis muslos, mis manos aprietan suavemente la piel, pellizcan dulcemente mis labios, mientras palpo la humedad derramada por tu idea. Tu presencia se apodera de la obscuridad. Me encuentro a tu lado. Tomándome del brazo me conduces al centro de la habitación iniciando el castigo, los azotes caen rítmicos y contundentes, me encuentro sobre tus rodillas, mis manos apoyadas en el suelo mientras mis pies patalean inútilmente, al quedar las marcas visibles sobre la piel, obligas a levantarme, prensas tus manos en mi oído llevándome a un rincón, donde me ordenas permanecer; tu voz seductora susurra en mi cuello “no te muevas, tengo conmigo la pala” la haces resonar en el viento y contra tu cuerpo ocasionando desencadenar mi angustia, no te veo, sin embargo siento los labios juguetones ante la escena, percibiendo el nerviosismo “estas expuesta, tus nalgas ardiendo, te hare suplicar, te hare pedir que pare, las lagrimas brotaran de tus ojos y seré yo quien las arranque” guiándome a la cama te escucho decir “en posición ” sin esperar me muevo veloz colocando mis manos y rodillas sobre el colchón, la mirada gacha y la cadera arqueada, exponiendo mis nalgas y mi sexo, no tardan en hacerse presentes los azotes, el ardor del cuero contra muslos, obligada a contar agradeciendo el castigo, paras y regresas pasando tus frías y húmedas manos por mi cadera hasta mis piernas, odio esa sensación, tus manos mojadas azotando con fuerza apretando en cada azote para sentir el picor, enfocas tu fuerza en el pliegue donde inician los muslos, el área mas dolorosa después del castigo, la que perdura. Tomas la pala “no hagas ruido, te lo prohíbo” escucho tus palabras, quiebran mi mente, no creo poder obedecer a pesar que lo intente; el dolor insoportable incita la huida “VUELVE AQUÍ” no esperas mi reacción, simplemente vas hacia mi tirándome, obligando permanecer nuevamente en la misma posición “estas sentenciada” muero con esas palabras, torturan y humillan. Me tienes en esa posición de acceso absoluto. Abriendo mis nalgas  penetras mi ano moviéndolo con cierta rudeza, al tiempo que jugueteas estimulando mi sexo, el clímax anuncia su llegada cuando separándome los muslos y curveando mi cadera introduces un objeto dentro mio, me siento expuesta, excitada y humillada, mueves tus dedos con fuerza sobre mi clítoris, comprendiendo mi situación, el ardor dulce y torturante , la idea de tu dominio, comienzo a moverme, ya no soporto el dolor en mi ano “donde no expongas bien te hare arder mas” solo basta esa frase para quedar inmóvil, quitas el objetos con el fin de introducir uno mas grande, mi gemido se eleva , me muevo para escapar, mi mano se aproxima con intención de quitarlo “NO TE ATREVAS… acéptalo” una súplica lastimosa en forma de suspiro sale de mi boca “no ruegues, te domino y ¡obedecerás!”