...
Había confesado mis faltas y me encontraba a la
espera del castigo, dispuesta a soportar cualquier tortura.
-En cuatro
En el momento en que asumí la posición sentí el
ardor provocado por la mano de mi señor; Intentaba mantenerme en posición, pero
era tal la brutalidad de los azotes que mi cuerpo danzaba impulsados por el
dolor, los azotes se detuvieron inesperadamente y mi cuerpo se estremeció al
sentir el flogger sobre mi espalda, aquel suplicio acrecentaba cada segundo,
sentía como mi cuerpo era abrasado por las correas de cuero y como mi mente se
desplomaba por el peso de aquella traición.
Sin dar aviso, mi señor cambio de instrumento,
ahora era la pala de madera la que fustigaba mis nalgas y mis glúteos; aquel
era un verdadero tormento, tanto para mi cuerpo como para mi alma.
A cada instante agradecía a mi señor el castigo
impuesto, era consciente del grave error que había cometido.
Sentí un brusco azote en mi entrepierna y las
manos de mi señor deslizándose por mi cadera hasta desplomarme sobre la cama,
en un rápido movimiento quedé boca arriba con mis piernas separadas y mi sexo
desnudo; mis muslos y sexo eran torturados por una diminuta vara de madera, mis
aullidos se escapaban de mis labios avivados por aquel indescriptible dolor; Deseaba
complacerlo para alcanzar un perdón que no creía merecer.
Sentí un líquido viscoso que solo indicaba una
cosa, una desgarradora presión se introdujo dentro de mí obligándome a soltar un
ahogado grito, la mano de mi señor tiró violentamente mi cabello; sentía mi
vientre estremecer, mientras sentía como su miembro se introducía en mi vagina.
Me sentía tan humillada que mis lágrimas
recorrieron mi rostro y la desesperación me cubrió por completo.
-Hemos terminado
-Se lo agradezco mi señor
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