Hicimos una llamadas para organizar la reunión privada, sin
embargo queríamos algo muy nuestro y especial, no mantenemos buena relación con
los grupos de BDSM o al menos, no durante mucho tiempo, cuando iniciamos a
conocer a las personas nos damos cuenta de que no compartimos prácticamente
nada en común, y nuestra “manada” está prácticamente disuelta, que esperábamos
después de tanto.
No fue tan difícil la
decisión tres buenos amigos con sus parejas. En teoría...
El primero falló junto con su pareja desde muy temprano nos
comunicó que le sería imposible asistir, la otra chica no lo hizo, hasta bien
entrada la noche, un mensaje y nada más.
-Vaya mierda- pensé- Dos no vienes y a ella se le ocurre
dejarnos plantados sin un mensaje mas concreto.
Solo estábamos nosotros dos viendo una película de acción
japonesa cuando sonó el móvil.
-Otro fallo, seguro...
Por el contrario, la última pareja llamaba para confirmar la
ubicación, se encontraban algo desorientados. Era extraño pues la chica de
nuestro amigo era nueva en el ámbito BDSM y era la primera vez que nos
veríamos, tenía mis dudas del desarrollo de la sesión, pues solo seríamos
cuatro y con ella tendríamos que introducirla.
Para mi esa noche estaba sentenciada de juegos de mesa y alcohol.
Charlamos y llegamos a la conclusión de que debíamos ir por
la chica que no avisó a tiempo, secuéstrala y hacer que pagara por la falta de
prudencia en cancelar tan tarde, fuese cual fuese la razón.
Me arme con un dildo de obsidiana y los demás con sus
gabardinas o chamarras.
No fue nada difícil convencerla de venir, no forcejeo ni
nada por el estilo, lo que arruinó nuestro plan de secuestro, pues ¿Qué es un
secuestro si no hay resistencia por parte de la víctima?
De ese momento en adelante la noche tomó un giro inesperado.
Hacía mucho que no jugábamos en grupo, no lo pensé dos veces y me
abalancé sobre Alice, tenía tanto sin verla, sin escuchar su voz y sopesar sus
pechos, sin oler su piel, ese mismo aroma tan característico de ella. Un
instinto salvaje se apodero de mis movimientos, no suelo ser la dominante ni
mucho menos la activa pero esa noche no fui otra cosa que su torturadora de
sensaciones. Calor, frío, dolor y placer, masajeé tortuosos y el filo de una
navaja.
Mi amo en en silla, con su tarro de cerveza observando complacido la situación de múltiples gemidos, se que le fascina observarme en ese trance salvaje sometiendo a otras mujeres.
Mas a la derecha se encontraba la otra pareja, demasiado
distante, quizá era demasiado la escena, pero no le di importancia, lo único
que ocupaba mi mente era teñir de líneas rojizas en aquella piel y arrebatar
gemidos de esos diminutos labios.
Llego mi turno de la tortura y el instrumento predilecto de
la velada fueron las cuerdas y la katana sin filo de mi amo. Las pinzas también se hicieron presentes pero
en menor medida, luego las intermitentes charlas para relajar el ambiente y mas
tortuoso placer.
Sin duda una excepcional e inusual velada que espero que
vuelva a ocurrir, y esta vez me gustaría arrancar los gemidos de la joven piel
de la inexperta muchacha que cautivo mis ojos con sus hermosos pezones y sus facciones
delicadas.
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