Fotografía por: www.wp.foto.de
modelo: Forbídden-Rose
Apareciste tú; orgullosa, prepotente, ambiciosa y me atrevo
a decir, desleal. La lealtad es algo prioritario para mí; sin embargo, nada en
ti me indicaba que lo fueses.
¿Cómo pude involucrarme? No tenias nada especial, no para
mí; o al menos eso pensé... tu cuerpo rompe con los estereotipos sociales; eso me
gusta, eres hermosa; salvaje.
El solo pensarte aflora mi lado sadista; quisiera educarte;
enseñarte humildad y lealtad. Deseo escucharte gemir suplicante... me transformo
en una mocosa egoísta al fantasear contigo; quiero poseerte, pretendo que solo
te fijes en mi, entregada a mi mandato.
Se bien cómo hacerlo, resulta sumamente sencillo; pero no
pretendo atormentarte. ¡Vaya! No se si me importas tanto como para no
permitirme jugar contigo, o si es solo mi retorcida moral con un capricho. Sea
como sea; entré a la habitación, te encontrabas a mi merced...
Las velas formaban una línea sobre la repisa de madera, la
sutil fragancia del jazmín y la vainilla emanaba de ellas; mientras el espejo refractaba
su dulce luz.
La pieza central eras tú; desnuda sobre las negras sabanas
de satín; vendada con un lazo rojo, del mismo color de tus labios, solo las
cuerdas de algodón restringían los movimientos de tus brazos (pues se encontraban
sujetas en la cabecera).
- Crysta-susurre en
tu oído.
Te estremeciste mordiendo tu labio inferior.
-Que gesto tan
adorable- pensé.
Me coloque encima de ti, permitiendo que me sintieras, mi
cabello cayó sobre tus pechos, mi boca se encontraba a centímetros de ti; podíamos
sentir la calidez de nuestro respirar, te roce con mis labios, abriste la boca
para recibir mi beso, mas no pretendía darte semejante privilegio, no... deberías
ganarlo. Las yemas de mis dedos pasearon por tu tersa piel, apreté levemente tus
pezones, escuchando como tratabas de sofocar el dulce sonido de tus gemidos.
Baje por tus muslos; olí tu fragancia, y abriendo mis labios
mordí la parte interior de tus muslos, succionándolo con fuerza, como si
quisiera devorar todo tu ser; mi mano izquierda jugaba en tu monte, no me
adentre en ti, simplemente desperté tu pasión, torturándote con el deseo.
-Uuhhmmm- no hice caso de tus quejas y seguí mordisqueando
tus muslos y piernas.
Suavemente me retire. Ahora sujetaba las cuerdas; te guié con mis manos a otra postura, quería destrozar tu espalda.
-No te muevas- ordené con voz baja, pero firme.
Diste un leve salto al sentir la fría y punzante sensación,
el objeto metálico creaba finas líneas en tu cuerpo.
-Shhh... no te muevas, a menos que quieras que te lastime
¿Sabes que es este delicioso objeto?
-No.
-Adivina.
-¿Un pinwheel?
-Parece que aun no reconoces los objetos que me causan
placer, eso está muy mal ¿No crees? –No respondiste; con una sonrisa continúe-
Es una hermosa daga querida.
Hiciste un esfuerzo por voltear y ver, mas te tome
bruscamente del cabello, manteniéndote en posición.
-No sirve de nada que me desafíes moviéndote; de todas
maneras no podrás ver nada; se que ahora tienes miedo, eso me gusta... lo
repetiré una vez más; no te muevas.
Aplicaba la presión justa para causarte miedo y placer, la
suficiente para dejar mis amadas marcas sin causarte daño o herida.
Después de unos minutos toda tu espalda se encontraba
exquisita, deje a un lado mi preciado objeto de tortura y tome otro, un flogger
de cuero con el que inicie a azotarte.
Te mecías por la cama, intentando huir de mi mano, lanzando
leves gritos que poco a poco incrementaron su volumen. Al terminar con mi labor,
apreté mis uñas contra tu piel y con movimientos serpenteantes descendí a tu
culo; se encontraba blanco, sin una sola pincelada de color.
-Esto no puede quedarse así.-Inicié a acariciarte suavemente, noté como tu piel se
erizaba y como tu vulva adquiría un tono brillante, a causa de la humedad que
palpitabas.
-¿Quieres que haga algo por saciar tu pasión?
-Si.
-¿A caso no te han enseñado modales?
-Disculpe, Si, se lo agradecería.
-Eso no basta-dije metiendo la mitad de mi dedo índice en tu
vagina y sacándolo inmediatamente.
¿Lo comprendes ahora?