No sé como lo hace, quizá... mala suerte, Alejandro me
advirtió que su madre había hablado con mi padre; al decirlo todas mis
esperanzas se rompieron y todos mis temores crecieron. Esa sensación fue la
correcta; su madre le comento cada detalle de los planes de viaje. No siento
rencor hacia ella, pues no sabía que me metería en problemas, supuso que tenía
el permiso de mi padre...
Me es difícil describir como me siento; mi padre me
reprendió severamente, el castigo duro 2 horas completas, primero me azoto
duramente con su mano por salir con un hombre sin su permiso; después de 30
minutos azotándome sin parar, me dio la oportunidad de “descansar” 20 minutos en
el rincón y cuando retomo el castigo lo hizo con su cinto 300 azotes esparcidos
en un largo periodo de tiempo; su cinto me recordó jamás mentir (ese es el
castigo que me da por cualquier mentira u omisión). Nuevamente rincón,
nuevamente regaño y nuevamente en sus rodillas para recibir el temible
cepillo!!! 60 azotes en su regazo por salir sin SU permiso 15 varazos por salir
con hombres y mujeres a la playa; llore y pedí perdón mil veces, mas no sirvió;
mi padre estaba decidido a aplicar su correctivo estrictamente hasta el final;
al día siguiente hinchada, roja y adolorida me despertó bruscamente, me tomo de
la oreja y me dio 100 azotes (los cuales tuve que contar) para según él
recordarme cómo comportarme, ese castigo durará el resto de la semana; no creo
soportarlo, jamás imagine tanto dolor físico y emocional, pues me encuentro
desilusionada de mi misma por haberle mentido y desobedecerle... aun con ello, no
me arrepiento de aquel viaje.