En este espacio podréis encontrar mi visión sobre el amor, el erotismo y la búsqueda

Made By: EvelynMayfair Copyright © 2013

martes, 14 de febrero de 2012

castigo por rebeldia


Llevaba tiempo pensando en ese día. Sabía que iba a ser castigada, realmente lo deseaba, sin embargo me aterraba, esta vez mi rebeldía había sobrepasado los límites, pero estaba dispuesta a recibir el castigo, claro… no sin antes tratar de negociarlo.
La puerta se abrió, él se dirigió firmemente hacia mi.
Cuando nos encontrábamos a escasos centímetros comenzó el dialogo, el regaño, mis esfuerzos inútiles por hacerte cambiar de opinión; bueno lo único que conseguí fue hacerte enojar aun  mas…
Después del regaño, el rincón se hizo presente, diez minutos que parecieron eternos, y en él, los primeros azotes por no mantener la posición, por no comportarme. Me tomaste le brazo y me tiraste sobre la cama, sin decir palabra me coloque en posición, apenas podía ver tus movimientos pero sabia lo que ocurría, el sonido inconfundible del cinto al quitarlo, jugaste con él un rato azotando el viento, solo para aumentar mi tensión, el miedo, las ansias…
Sentí el primer azote, de inmediato lo reconocí, tu cinto negro, grueso, pesado, me hace llorar con apenas unos cuantos azotes… no puede evitarlo y comencé a sollozar; no por el ardor del cinto, no por arrepentimiento, lo hice por miedo, sabía que no serian unos cuantos, y supe que ese castigo duraría semanas grabado en mi piel.
Comenzaste con gran fuerza azotando mi culo y mis muslos, me desespere en poco tiempo, cambiabas la intensidad sin un orden en espacial y eso me provocaba gran temor, pues no sabia que esperar, no tenía idea de que seguiría ni como lo harías, me sentía indefensa, inicie moviendo levemente hasta que mis movimientos se tornaron mas bruscos y tuviste que amararme las piernas y las manos en la cama. El cinto golpeaba con gran fuerza dejando marcar perfectamente delineadas que desaparecían en pocos segundos formando un rojo profundo al  rededor de todo mi culo, estaba siendo azotada severamente por mi rebeldía y ahora me sentía mas indefensa que nunca estaba desnuda, atada, sin posibilidad de escape o de piedad por tu parte, solo me quedaba escuchar los secos azotes que caían en mi piel, soportar el ardor y dolor, conteniendo con gran esfuerzo mis lagrimas.
Te detuviste un momento tocando mi culo y muslos, inspeccionándolos, sintiendo su calor, apretando mi piel, escuchando mis gemidos, permaneciste atrás de mi observando las marcar su color, el rojo intenso dibujado uniformemente en mi piel. Acercaste tu cuerpo al mío susurraste con ternura que me lo merecía… proseguiste el castigo, pero esta vez no usarías el cinto sino la vara.
El primer azote me tomo de improvisto, y mi grito se ahogo por el segundo azote, sabia que las marcas quedaron pintadas de un tono carmín, lo sentía, rogué tu perdón, no me permitiste seguir disculpándome, dos varazos cayeron rápida y duramente, llore sin obtener tu consuelo o piedad. En total fueron veinte varazos y cuando terminaste me encontraba sudorosa, temblando y con profundo dolor, y arrepentimiento; soltaste los amarres y permanecí recostada sobre la cama, no podía moverme, el dolor era demasiado, me besaste el cuello, acariciando mi cuerpo castigado. El castigo por mi rebeldía había sido aplicado en todo rigor y no me quedaban ganas de volver a comportarme de esa manera… no al menos por un tiempo. 

3 comentarios: