Enema

Fotografía por: Autor desconocido

-¿Lo vas a querer hacer?

-No lo sé

Así comenzó nuestra conversación, lo habíamos discutido, tenia morbo y curiosidad por experimentar aquella sensación, aquel juego; la vergüenza que me producía encontrarme tan expuesta y las ideas que rondaban en mi mente sobre lo que podría suceder, aumentaban mi nerviosismo; me sentía anestesiada, como si mi cuerpo lo deseara y a la vez no pudiese reaccionar. Sin embargo los movimientos sutiles me guiaron a la ducha.

-Colócate en posición

Esas fueron las únicas palabras que percibí, antes de que mi cuerpo se amoldara en la bañera; sentí la húmeda frialdad de un objeto adentrándose en mi culo, cerré los ojos, conteniendo la respiración mientras su mano acariciaba mis entrañas, lubricando aquel orificio; cuanta vergüenza y placer sentí en segundos, pues no tardo en introducir un delgado falo plástico. De súbito el agua se adentró en mí, la presión en mi estomago no se hizo esperar, la incomodidad incitaba a moverme, a protestar; mas no lo hice, sabía que el movimiento más sutil podría provocar una reprimenda.

Solo fueron unos cuantos minutos, pero cada uno me parecía inalcanzable, por si la incomodidad de mi vientre a causa de la presión no bastara, su mano jugueteó en mi cuerpo, azotando levemente mi culo y acariciando mi estomago.

-Falta poco

¿Poco? Cuanto es “Poco” al sentirte humillada, avergonzada y a punto de estallar, lo “poco” me parecieron años.

Después de un tiempo, el falo fue retirado... Anhelaba estar sola y correr para aliviar mi tensión.

-Debes permanecer así un tiempo

¡Qué sufrimiento! ¡Qué placer!