Fotografía por: Lux Profundi
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La luz rojiza del medio día penetraba su calidéz en una de
las múltiples habitaciones de aquella hermosa y antigua construcción inglesa; esa
era la recamara principal, perteneciente a la bella dama de nombre Allison.
La habitación, así como todos los salones eran de exquisito
gusto; Allison se había encargado personalmente de la decoración, cientos de
candelabros de cristal y velas iluminaban los corredores; las pinturas
renacentistas decoraban los salones principales; todos los muebles se encontraban
exquisitamente bordados, así como la madera de abano, pino o roble que había sido
tallada con sumo cuidado, formando taburetes, armarios, entre otros objetos.
Aquella misión era un paraíso, cuyo único gobernante era esa
esbelta y delicada mujer de cabello corto, labios rosados y seductora mirada.
-Buenos días señorita, lamento interrumpir su sueño, pero me
temo que es tarde y los representantes llegaran al atardecer.
Allison se incorporó, sentándose al borde de su cama;
dirigiendo la mirada hacia su derecha contempló el hermoso cuerpo que aún se
encontraba sumido en sueños; nunca se privaba del sutil placer que comprendía
el observar el cabello alborotado; el suave respirar; la aterciopelada y blanca
piel desnuda de aquella frágil figura tendida en el suelo sobre una amplia cama
hecha con plumas de ganso.
-Señorita, su baño está preparado; como es de su agrado.
-Perfecto Sybel; hoy me apetece desayunar algo dulce.
-Como ordene, veré que los cocineros le preparen algo que
satisfaga su paladar; así mismo me encargaré de la joven Medora.
-Quiero que luzca esplendida, hoy me place jugar con ella.
-A sus órdenes.
Allison se puso de pié dejando caer el elegante camisón de
seda roja, una bañera de porcelana la esperaba; recogiendo su cabello con una
toalla de algodón entró a la tina; el agua se encontraba a la temperatura exacta,
perfumando su cuerpo con el sutíl aroma de lavanda.
Una vez terminado el baño; se dirigió al amplio comedor, en
donde le esperaban varios sirvientes que le atenderían; el comedor contaba con
una chimenea de mármol y varias esculturas de estilo griego.
-Quizá debería
organizar un evento especial, es un desperdicio no aprovechar estas magnificas
instalaciones...pero... A Nicolás aún le falta entrenamiento.- Pensó para sí
misma, mientras disfrutaba los dulces pastelillos de fresa.
-Sybel.
-Todo se encuentra a su disposición para la junta de hoy; el
menú está siendo confeccionado y sus músicos estarán listos dentro de una hora.
-Me complace escucharlo, esa negociación es muy importante y
de ella depende un trato por una suma significativa; no quiero errores.
-Descuide, todo saldrá como es de su agrado, se lo aseguro.
....
Las horas trascurrieron, las negociaciones tardaron más de
lo esperado; la noche cayó y el trato quedo por fin cerrado. Sin embargo
Allison se encontraba exhausta después de la larga junta; solo deseaba
descansar.
Al entrar a su recamara encontró a Medora en su corsé de
seda gris, su cabello recogido en dos coletas y su collar de paseo.
- Medora; estoy cansada, planeaba jugar contigo, pero lo
dejare para mañana; ese día no tendré trabajo, así que podremos permanecer
juntas y hacer algo especial durante largo rato.
Medora rogó con la mirada, deseaba atención, sentir las
manos de su dueña, juguetear con ella como la cachorrita que era; sabía que no sería
posible, no esa noche, así que solo gimió en silencio rogando una caricia.
-Pequeña mía- Dijo acariciando su cabeza-Ve a tu cama y
duerme.
....
Al despertar, Medora no se encontraba en su cama; Allison
dedujo inmediatamente que Sybel se había encargado de ella, preparándola para
el día planeado. Una diminuta mesa de cristal depositada al lado izquierdo de
su cama contenía el desayuno; el perfecto desayuno inglés con su té favorito y
terrones de azúcar.
Se escuchó el golpeteo de la puerta.
-Entra.
-Señorita; Medora se encuentra casi lista; en un momento la
devolveré a sus aposentos.
-No es necesario, quiero ir a la sala de juegos, llévala
ahí, pero primero encárgate de mi vestimenta, te veré ahí en 5 minutos.
....
-Mi Señorita, le he traído lo que me ordenó.
-Vísteme.
Después de esa orden Sybel se apresuro a vestirla;
manteniendo movimientos hábiles y delicados colocó las medias traslucidas de
color negro, para después ajustarlas a un liguero bordado; con sumo cuidado
deslizó por los pequeños pies de su domina unos tacones negros y relucientes;
por último un corsé fue ajustado en su vientre.
-Tráeme a Nicolás, quiero escuchas sus nuevas piezas
musicales. –Con esta frase y haciendo una respetuosa reverencia Sybel se
encamino a cumplir el mandato.
Después de unos minutos Nicolás y Medora se ubicaban al pie
de la puerta; esperando el permiso para entrar en aquel paraíso.
-Entren.
Medora en cuatro patas y moviendo la cabeza como una gatita
mimada se dirigió hacia Allison; mientras Nicolás entro con paso firme; por último
entró Sybel.
-Este es mi espacio favorito ¿Sabes porque Nicolás?- Exclamó
desde el sillón en donde se encontraba reposando.
-Lo desconozco.
-Piensa un poco y respóndeme.
-No lo sé.
-¿En verdad eres tan estúpido, como para no poder responder
una pregunta tan sencilla?
No hubo respuesta.
Ahora Medora se encontraba a los pies de Allison y ella la
mimaba. Sybel se encontraba de pie en una esquina con su esplendido vestido de
encaje; frente a ella un carrito metálico con diversos artefactos; mientras que
Nicolás permanecía en la misma postura, observando a su dueña.
-Tu descortesía es imperdonable, no solo eres incapaz de
responder, también lo eres de pensar; ahora calla y colócate en tu sitio,
quiero escuchar lo que has compuesto para mí.
-Será un placer. –Afirmó dirigiéndose al elegante piano de ébano.
La música se alzó resonado por el salón, la melodía era
dulce, pero oscura, tranquila, pero con notas severas.
Allison disfrutaba de la melodía mientras jugaba con un lazo
rosa, el cual pasaba por el cuerpo de Medora provocando que esta siguiera el
juguete con sus patitas, intentando atraparlo.
Sybel abrió uno de los compartimentos del carrito; de él
sacó un tazón de cerámica, una caja y una pelota de goma, entregándoselos de
rodillas a su domina.
Allison colocó el tazón en el suelo y vertió el contenido de
la caja, diminutos chocolates esféricos cayeron en este.
-Come.
Medora comió gustosa y con gracia.
-Eres una hermosa gatita- Medora respondió con un eufórico
“Miau”-Ahora juguemos con la pelota.
Allison arrogó la pelota la cual emitía un sonido de
cascabeleo, con lo que Medora no pudo resistirse a seguirla, persiguiéndola por
el salón, impidiendo que su dueña la recuperara; el juego entre mascota y dueña
duró un par de horas. Después de llenarla de mimos y caricias Allison deseaba
algo más.
-Nicolás, termina la pieza que has iniciado y ven a mí.
Nicolás asintió con la cabeza dirigiéndose a su dueña.
-¿Qué has hecho mal?
-No saber responder a su pregunta.
-¿Ahora mismo en que has fallado?
-Disculpe, pero no entiendo su pregunta.
-No sé cómo puedo tolerarte; te aproximas a mí y ni siquiera
cumples una simple enseñanza que debiste haber aprendido hace mucho.
Al terminar esta frase Nicolás se hincó como fulminado por
un trueno.
-Vaya, si tienes memoria, deficiente, pero aun te funciona.
-Disculpe mi olvido.
-No.
-Dime Sybel ¿Cuales han sido los errores que esta semana de
Nicolás?
-Con respecto al trabajo ha sido descuidado y perezoso, me
ha causado inconvenientes con los demás músicos, por ello el día anterior no le
permití presentarse a tu asamblea, temía que incomodara las negociaciones; con
respecto a sus deberes hacia usted es sumamente rebelde.
-¿Entiendes Nicolás? Sybel puede enumerar mejor que tú tus
propias faltas, eso es una grave deshonra.
-Lo admito, he descuidado mi trabajo, pero solo para
componer las sublimes piezas que le he ofrecido en estos momentos.
Una leve risa salió de los labios de Allison- ¿Crees que esa
absurda justificación te salvara de algún castigo?
-Solo intento complacerla.
-Claaaaaro, por eso eres descuidado y rebelde, no servirán
tus patéticas excusas, calla y colócate en la mesa de castigo.
-Per..
-Shhh! Obedece.
- Lo que suced...
-¿Acaso eres sordo o es que no entiendes la orden más
simple?
-Señorita yo...
-100 azotes extras ¿Deseas aumentar?
Con esa amenaza final Nicolás se dirigió al lugar indicado;
Sybel lo desvistió rápidamente, colocándolo en posición, sujetando sus extremidades
con arneses de cuero; por ultimo deposito una especie de almohadón duro, el
cual acentuaba el volumen de su culo, dejandolo a completa disposición para el
castigo.
Una fusta comenzó a caer fuertemente sobre los muslos y culo
de Nicolás.
-No te muevas.
Los gemidos iniciaron a acrecentar de intensidad.
-¿Acaso quieres que toda la servidumbre se entere de tu
castigo?
Los azotes seguían.
Allison deslizó su mano entre el almohadón tocando el
miembro erecto de su sumiso.
-¿Así que disfrutas con el castigo?- Dijo apretando entre
sus manos el miembro con fuerza- No debería ser así.
Alison tomo la vara de madera y la descargo con fuerza
únicamente en el culo de Nicolás.
-Estos serán los cien azotes extras por tu comportamiento de
hace un momento.
Nicolás se encontraba con una respiración agitada, sudando y
lleno de marcas rojas por su cuerpo, nuevamente su dueña palpó su miembro, pero
algo era diferente, la superficie se encontraba húmeda y viscosa, de haber sido
exclusivamente el sudor, solo se sentiría la humedad, pero estaba segura que
era algo mas, un error imperdonable que debía ser castigado severamente; por
medio de otros métodos mas eficaces.
-Sybel, desátalo.
Una vez liberado, Nicolás se colocó a los pies de su dueña y
le dio gracias por el castigo recibido.
-Para ti; ese no fue un castigo.
-¿Señorita?
-Eres un perro desobediente.
-Lo siento yo...
-¿Creíste que no me daría cuenta? Sabes perfectamente que
tienes prohibido correrte sin mi permiso y si cometes tal terrible falta me lo
debes notificar de inmediato; has roto dos reglas muy importantes que solo confirman
que eres un sucio animal.
-Tírate en el piso- Hizo una seña con la mano izquierda
señalándole a Nicolás donde debía colocarse y con la derecha indicó a Sybel que
sacara el instrumento apropiado para el castigo.
Allison se sentó en un amplio sofá donde señaló a su pequeña
Medora que se recostara entre sus piernas, esta se situó a lo largo del sillón
reposando su cabeza sobre las rodillas de su dueña. Mientras con una mano acariciada
la suave cabellera de su mascota, índico a Sybel que colocara en instrumento en
el rebelde miembro del sumiso; un tubo plástico con dos argollas metálicas
fueron ajustadas al miembro de Nicolás; el cual tenía como función impedir su
erección.
-Con eso no podrás correrte tan fácilmente- Exclamó mientras
aplastaba sus testículos con la aguja de sus tacones.
Su miembro intentaba alcanzar la erección pero al no poderlo
lograr la desesperación incrementaba, por lo que empezó a retorcerse.
-No te muevas.
Los tacones seguían torturando la parte inferior del cuerpo
de Nicolás, ahora sus piernas, testículos y parte la parte inferior del abdomen
se encontraba con pequeños puntos rojos.
-Llevas en tu piel un gran privilegio, aprende a valorarlo.
-Si.
-Quítame los tacones y hazme un masaje.
Sybel le ofreció diversos aceites a azar, rosas y lavanda,
Allison eligió la última opción y Nicolás inició el masaje.
-Parece que has aprendido tus lecciones en cómo tratar los
pies de tu dueña, lástima que para todo lo demás seas un inútil; pero descuida,
lo corregiré, te haré alguien de provecho.
-Ya lo soy.
-¿Te atreves a contradecirme?-Dijo azotando con un látigo
corto el abdomen de Nicolás.
-Lo que quiero decir es que...Le compongo maravillosas
sinfonías, porque le aprecio y me gusta complacerla. –Repuso con voz
temblorosa.
-¿Justificas tu rebeldía?
-Yo no pedí estar aquí...
-¿No? Tu memoria falla más de lo que esperaba, Yo recuerdo
muy bien como espiaste una de mis sesiones con Medora y lo excitado que estabas
al vernos, también como suplicaste que te perdonara y te permitiera experimentar
tales sensaciones.
-Estaba asustado, temía que fuera a despedirme.
-Por si fuera poco, mientes... Ese día te deje muy claro que
no habría consecuencias en tu trabajo si te arrepentías ese mismo día, sin embargo
no lo hiciste; pediste mas, rogaste que te permitiera ser mi sumiso, mi perro...
-Tenía miedo, ahora sé que no es lo que quiero.
-¿Estás seguro? –Nicolás cerró los ojos, se mordió el labio,
mas no respondió.
-Lo que creo es que eres un perro orgulloso, e indisciplinado
que por falta de una erección saca excusas absurdas, tu deseas esto, te excita
servirme y estar a mis pies, pero eres demasiado torpe para admitirlo.
El rostro de Nicolás se encontraba ruborizado, su dueña tenía
razón, no quería admitir que le gustaba estar a su servicio, quería complacerla,
pero su orgullo le impedía comportarse; más en el día, cuando no gozaba de su
presencia; esos pensamientos lo torturaban tanto que no podía ocuparse de otra
cosa, ese mismo nerviosismo era el mismo que le provocaba ser tan torpe y
olvidarse de las reglas básicas.
-Tu silencio, es la única respuesta que necesito, descuida,
soy paciente y me entretendré en educarte, no porque lo merezcas, sino porque
me divierte verte sufrir y gemir cuando te azoto.
-Le agradezco su amabilidad.
-Serás castigado severamente por todas las faltas este día,
llevarás colocado ese instrumento de castidad durante 4 semanas; Sybel será la
encargada de vigilar que no se infecte y de retirarlo cuando tengas tus
necesidades; obviamente durante ese tiempo, no podrás tocarte, mucho menos
masturbarte; como castigo adicional llevaras este collar las 24 horas del día,
no me importa que lo vean tus compañeros o cuanta vergüenza sientas por ello,
romperé tu orgullo, tenlo por seguro.
-Señorita le pido que...
-Y por interrumpir mientras hablo, recibirás 20 azotes con
la vara diariamente en manos de Sybel; en la tarde vendrás a mi oficina para
presentarme tu culo desnudo y azotado ¿Has entendido?
-Si señorita Allison, como usted plazca.
Sybel le colocó el grueso collar rosa con diminutos brillantes;
lo ajustó a su cuello para que fuese lo mas incomodo posible, por último
aseguró con un pequeño candado los aros del collar, para que no pudiese ser
retirado.
-Ahora retírate.
-Con su permiso.
-Sybel, deseo unos pastelillos de cereza; para la gatita un
tazón de lecha tibia.
-Inmediatamente los tendré señorita, con su permiso.
Mientras esperaba los postres, Allison jugó un poco con su
tierna gatita que demandaba su atención a modo de maullidos, ronroneos y besos.
Cuando los alimentos estuvieron servidos, tanto dueña como
mascota iniciaron a disfrutar de aquellos exquisitos platillos.
La noche trascurrió lentamente entre placeres y deleites
carnales.
Dedicación: A mi querída Carmilla, que
me inspiró a crear este relato a partir de sus fantasías, espero lo disfrutes y
cumpla tus expectativas. Te quiere, Evelyn.
i love everything about this photo.
ResponderEliminarThanks, is now available a english version, if you want to read.
EliminarHope you enjoy.
Con gusto colaboraría para hacer realidad las fantasías de Carmilla, sé que podría hacerlo bien ;) Ademas es una chica hermosa <3 *w*
ResponderEliminarPrimero consigamos una casa victoriana y trajes espectaculares, yo me ofrezco a grabar jejeje
EliminarMe encanto!
ResponderEliminarVas a pensar que estoy loca y si, si lo estoy xD pero algo raro me paso cuando leí este relato... un déjà vu, si, juro que en otra de mis vidas ya lo había leído >:( LO JURO!
Me dejo sin palabras, fue espectacular.
Muchas felicidades a ambas.
Un beso con mucho cariño.
Mil caritas
Mentira... no, no soy mil caritas, soy Violeta Masoch, aún no logro adaptarme a este nuevo cambio xD... espero puedas comprenderme :P <3!
EliminarJajajajaja muchas gracias, yo tampoco me acostrumbro a tu nuevo nombre, por eso seguiré llamándote "pequeña"
EliminarUn beso.