En este espacio podréis encontrar mi visión sobre el amor, el erotismo y la búsqueda

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viernes, 23 de mayo de 2014

Miko Parte III

A mi querido Amel Hartmann


La entrega
1634, Honshu, Japón...

-Acompáñame.
-No.
-Anda, no me hagas repetirlo-Espesó con una fría voz mientras se sentaba junto a Natsuki.

Deslizó sus dedos entre el blanco ropaje jugueteando con sus pechos-Te has sonrojado, y percibo el calor de tu cuerpo, disfrutas de mis manos; acompáñame.
-N..- Hayato hundió sus labios en los de la joven y antes de darse cuenta se encontraban de pie.
-Has seguido mi beso, ahora sigue mi cuerpo.

Hayato se desprendió de la joven dirigiéndose al mismo lugar del primer encuentro, Natsuki lo siguió; sus piernas le temblaban, no quería, o intentaba convencerse de que odiaba a ese ser, a su cuerpo, a sus magnificas habilidades en combate, a esos ojos seductores y a esos labios con aroma a cerezo.

-Te he guiado hasta aquí, siguiéndome por voluntad propia, no puedes ocultar tu amor por mi.
-Me has engañado.
-¿Cómo podría hacerlo? No te he mentido.
-Tus ojos me han hipnotizado.
Hayato soltó una leve risa- Me sorprenden tus intentos por negar tu placer.
-No tengo por qué ocultar mi placer, soy una sacerdotisa, pero no obtengo ningún placer de ti.
-Silencio- exclamó Hayato; en ese instante se deshizo de todos los ropajes de la joven, exceptuando el lazo blanco de su cabello-He traído un regalo para ti- Dijo señalando unas cuerdas que se encontraban depositadas en el suelo de madera.
-Me iré ahora mismo.
-No; Es demasiado tarde.

Hayato agarró las cuerdas y con hábiles movimientos inmovilizó a Natsuki elevando sus brazos en una de las vigas del dojo; tensando su piel,  haciéndola parecer más tersa y firme.

-Luces hermosa.
-Quítate la ropa.  
-Que elocuente eres- Mencionó en tono de burla-No pretendo hacerlo, no mientras recibes tus lecciones.
-...

Hayato comenzó a besar y morder cada espacio de la piel de Natsuki, hasta que todo su cuerpo quedó teñido de un dulce color rosado, la joven solo protestaba en gemidos, sumergida en la desgarradora sensación de placer y odio.

-Adoro tus pechos, suaves, firmes y perfumados, y tus pequeños pezones rosados cual flor de sakura.
-...
-Cubriré tu cuerpo de mi aroma y me pertenecerás para siempre.
-Suéltame...-Repuso con voz casi inaudible.
-Aun no has aprendido lo suficiente, me encargaré de que lo hagas- En ese instante abandonó a Natsuki, dirigiéndose a uno de los altares del dojo, de ahí tomó una vela, volviendo con ella, solo para derramarla en el vientre de la joven, las gotas líquidas hacían arder la piel, la sensación era desesperante, no quemaba; sin embargo dolía al caer, pero conforme decencia por sus muslos la cálida sensación se enfriaba provocando un exquisito dolor.

Hayato siguió cubriendo de cera a la joven mientras con su otra mano penetraba la húmeda hendidura, convirtiendo aquellas sensaciones en un sublime y extraño placer.

-Ahhh!!
-Aún no, o tendré que castigarte severamente.
-Por...Por favor,
-No- Hayato retiró sus dedos de la joven, liberó un poco de tensión de las cuerdas, para lograr que la espalda de Natsuki que doblara y sujetándola fuertemente del cabello la penetró bruscamente-Te encuentras tan húmeda que no he tenido dificultad para penetrarte.

-Quítate la ropa.
-¡No!-Mencionó reprimiendo con firmeza, mientras presionaba con mayor fuerza la cabellera de Natsuki-Durante el entrenamiento, seré tu maestro y un maestro jamás se desase de su vestimenta para enseñar a sus discípulos, en especial si son tan engreídos como tú; esto te enseñara humildad y respeto.
-Lo dices tú...
-A pesar de tus comentario, sabes bien que no soy como describes-Susurró mientras aumentaba la intensidad con la cual penetraba a Natsuki.
-Ahhh!!!
-Shhh...-Hayato metió sus dedos a la boca de la joven-Lámelos-Ordenó-Presiona tus labios contra tu dentadura, no quiero sentir tus dientes en mis dedos-Dijo-Bien, así, ahora mueve más tu lengua.
-Aggggh!
-Tranquila, respira profundo, te doy permiso-Al terminar de decir esto Hayato descargó sus fluidos en la joven y poco después ella también llegó al clímax-Buena chica, pero has presionado tus dientes contra mi piel, habrá que corregirlo-Ahora desataré las cuerdas y quiero que te coloques sobre esa pequeña repisa de madera.
-Pero es un altar.
-Lo era, observa bien, no hay ninguna figura sobre ella, obedece –Ordenó-Bien, separa las piernas.

Hayato buscó en su hakama un diminuto objeto.

-No voltees, se paciente, pronto sabrás que es lo que he estado guardando, relaja tu trasero. Bien, no hagas ningún esfuerzo o podría lastimarte.

Hayato introdujo un objeto amarillo en el ano de Natsuki, el cual inmediatamente inició a hacer efecto.

-Ayyy!! Duele!!!!
-No duele.
-Arde! Duele! Quema!
-Es solo un poco de jengibre, por supuesto que arde, ese es su propósito.
-AAAAAAAA!!!!!!!
-Me gusta escucharte gritar, pero me gusta más verte intentar silenciar tus gemidos. Creo que es suficiente tiempo, relájate, voy a retirar el jengibre, su efecto durará un par de minutos y cuando dejes de sentir el ardor, me lo informarás y pedirás amablemente que lo vuelva a introducir ¿Entendido?

No hubo respuesta.

-Tomaré tu silencio como una afirmación.

Cuando Hayato retiró el jengibre un sonido de alivio salió de los labios de Natsuki, pero no hubo tiempo para disfrutar de dicha sensación, pues Hayato se encontraba azotando su culo y muslos desnudos con sus propias manos; cada impacto dolía aun mas, el era una fuerte y respetado samurái  que hacía honor a sus leyendas con cada golpe descargado.

-Ahora tu piel a tornado como el atardecer, un bello color rojizo, pero no estoy satisfecho  ¿Tu tampoco?- No le dio tiempo a responder pues volvió a clavar sus dedos en su boca impidiendo que palabras escaparan de ella, solo gemidos- Sigue así, aprendes rápido-Las uñas de Hayato de aferraban a la espalda de Natsuki, llegando a sus caderas; nuevamente la penetró, pero esta vez con mayor delicadeza-¿Sientes ardor?
-*Lo había olvidado completamente*-Pensó- No.
-¿Por qué no lo habías informado?
Con voz cortada dijo-Disculpa... perdí...
-No importa- interrumpió Hayato- Arderá nuevamente, pero por otra razón. He depositado mi miembro en ti solo para humedecerlo, ahora, gracias a tus jugos está listo para su verdadero propósito. Castigarte.

Hayato retiró delicadamente su miembro erecto de la vagina de Natsuki, colocándolo en el diminuto agujero de su ano.

-No...no entrará.
-Si lo hará.
-No, es muy grande.
-Jajajaja, lo sé, pero tengo experiencia, entrará, ya lo verás.

Poco a poco fue introduciendo su miembro en el ano de Natsuki.

-Lo vez, se encuentra totalmente dentro de tuyo.

-Aggggh! Ahh... Duele.
-No estás acostumbrada, con el tiempo dejara de doler tanto, ahora iniciará el castigo.

Hayato comenzó a moverse sacando y metiendo su miembro en diferentes intensidades, dejaba su miembro unos momento dentro para después retirarlo suave o bruscamente y volver a envestir el ano de su pequeña víctima, los gritos de Natsuki eran frenéticos por lo que Hayato tuvo que volver a introducir sus dedos en su boca.

-Agghgghhhhhhggghhhhhh!
-No muerdas.
-Agggggggghhhhhhhhhhhh!!!
-Usa los labios.


Hayato continuaba con su labor, torturando el diminuto agujero de la joven, el corazón de ambos latía fuertemente, el cansancio se apoderaba, pero el placer impedía que se detuvieran, un grito, el clímax, la oscuridad nocturna...

Miko Parte II

A mi querido Amel Hartmann en este día especial.
Que me permitas crecer junto a ti. 
Con todo mi cariño. 
Evelyn Mayfair. 
  
El cambio
1634, Honshu, Japón...


-He aceptado; me casaré con el y mi vida ha terminado, pero... ¿Por qué debo de estar un mes completo con él?
-Tu vida no ha terminado, no exageres o tendré que castigarte; debes hacerlo porque será tu esposo.
-¿Y?
-Lo conocerás mejor, Yumiko tuvo 18 años para conocerlo y aprender sus gustos, tu solo tendrás ese mes.
-Me rehúso.
-¿Acaso planeas deshonrar a tu hermana? O ¿Es que puede ser corregido con la vara?
-Hermano...
-Anda, no me enfades.
-Desde que nuestro padre te cedió el control, eres muy amargado.

-Tengo que cumplir mi responsabilidad, al igual que tú; ahora; prepara tus cosas. 


El encuentro
1634, Honshu, Japón...

El campo iniciaba a florecer, la calidez del ambiente era perfecta, Natsuki habitaba con la familia de samuráis, la familia Hayashi constaba de 8 hermanas y un único varón, Hayato “El demonio guerrero”, se había ganado ese título desde el día de su nacimiento, sin embargo nadie estaba realmente seguro si Hayato era la reencarnación del “Demonio de fuego”; los sellos de Yumiko impedían que este tuviese contacto con el mundo espiritual, pero ahora esa sería la tarea de Natsuki.

-Buenos días.
-Buenos días.
-¿Cómo te encuentras?
-He estado mejor.
-Me imagino.
-No lo creo.
-En un año me pertenecerás, es mejor llevarnos bien.
-No le pertenezco y lo le perteneceré a nadie, no soy una simple campesina, soy una sacerdotisa, ten respeto.
-Es gracioso escucharte; a pesar de que tienes un contacto puro con el mundo espiritual, nunca te has interesado en entrenar.
-¿Cómo sabes eso?
-Me lo ha dicho tu hermana, ella te quería... Pero ahora, será mi deber protegerte.
-No necesito protección.
-¿Por qué me odias?
-Porque eres engreído, y un demonio.
-Ser bueno en el arte de la guerra y el combate no me hace engreído...y...un demonio, quizá, pero no tengo intensión de destruir el poblado, he encontrado la felicidad en lo que hago.
-No te creo.
-No tienes porque hacerlo.



El castigo
1634, Honshu, Japón...

   
-Me has evadido toda una semana, he contactado con tu hermano, solicitándole 2 meses en lugar de 1; ha aceptado mi petición, creo que debemos iniciar a conocernos.
-Ya conozco lo que necesito conocer sobre ti; eres un samurái pretencioso y un demonio, con el que tendré que pasar el resto de ni vida, juro darte un hijo, después es eso, no quiero volver a verte, y permaneceré hasta mi muerte en esta sección de tu hogar.
-Necesito más que eso.
-¿Ah sí?
-Conseguiré que me desees.
-No conocía tu sentido del humor.
-Lo digo muy en serio, este es el lugar perfecto para ello.
-¿Para qué?
-Para castigar esa actitud, para hacerte mía, para que me conozcas y te conozca.
-No lo creo, y no te lo permito.
-No he pedido tu permiso, como futuro esposo y líder de la dinastía Hayashi tengo esa obligación y derecho.
-¿Crees que no gritaré? ¿Crees que no me defenderé?
-No servirá de nada, este jardín, se encuentra cerca de uno de los dojos secundarios, perfecto para lo que deseo y lo suficientemente alejado, para que nadie escuche tus gritos... Aunque si alguien te escuchase no se atreverían a interrumpir mis enseñanzas.
-Estúpido engreído.
-Como favor especial, iré a ordenar que nadie entre desde esta sección a los dojos, así te encontrarás mas tranquila, pues nadie nos interrumpirá, ten en cuenta que lo hago como un favor especial, por ser mi prometida, pero si me haces enfadar ten por seguro que llamaré a los sirvientes para que te observen humillada.... Aguarda.

....

-Parece que sabes comportarte, buena chica, no has huido y te has ahorrado la vergüenza de que alguien más te observe.
-Uhh...

Hayato, agarró de la muñeca a su futura esposa y la condujo al dojo.

-Eres hermosa y salvaje- Declaró, mientras tomaba uno de los mechones de su cabellera-Tranquila, seré severo, mas no despiadado, aprenderás que a pesar de tus previos juicios soy un hombre justo.
-Uhhh...

Hayato sujetó fuertemente la mandíbula de la joven, obligándola a elevar la mirada.

-Hermosos ojos desafiantes, me incitan a domar tu cuerpo.
-Eres un…!
-Shh; No arruines el momento; sabes que deseas estar aquí, yo lo sé, te he visto observarme en los entrenamientos desde que eras una niña, ya no hace falta ocultar nada, se sincera contigo.
-Como.. -Exclamó, mas su corazón iniciaba a palpitar.

Hayato desabrochó su keikogi blanco, rebelando sus pechos rozados.

-Tus pezones son una delicia a la vista, aseguro que también lo son al paladar.
-No te atrevas.
-Pero si tu cuerpo me lo pide, tus pezones están duros y tu piel erizada.
-Es a causa del frío.
-Mentira, mereces ser castigada- mencionó aproximándose aún más acariciando la rosada piel y descendiendo por su cadera hasta desabrochar la hakama roja- Ahora te encuentras desnuda-Después de esta frase hundió sus labio en el cuello de la joven; mientras con una mano se apropiaba fuertemente su cadera y con otra acariciaba sus labios vaginales.
-Estas mojada, te agrado.
-Ahh! De...déjame...!
-No.
-Ahh...P...Por...Por favor.
-Imposible.
-Ahhh!!
-Te haré mía- Exclamó mordiendo los pezones de Natsuki
-Te...Te lo... suplico.
-Silencio, solo tienes permitido hacer sonidos de placer.
-No me gusta!- Expresó con todas sus fuerzas.
-Tu humedad dice lo contrario, complaceré a tu cuerpo, no a la niña mimada... Recuéstate en el suelo.
-No...

El joven aferró sus dedos a la cabellera de la Natsuki reclinándola hacia atrás y pellizcó con tal fuerza sus pezones hacia el suelo, que no tuvo más que colocarse de rodillas.

-¿Vez? Es muy fácil, colócate sobre tus rodillas y tus manos.
-No...

Hizo una pequeña muesca de satisfacción y con brusquedad la tiró al suelo; para posteriormente tomarla de las caderas, hasta colocarla en la posición deseada.

-Jamás tendrás mi aprobación.
-Por el contrario.
-Te ordeno que me sueltes- Hayato desanudó su hakama y con uno de sus lazos amordazo a la joven.
-Así no podrás decir incongruencias.
-HMMMMM!!
-Escucha, se sincera, sabes defenderte, podrías haber invocado a tu espíritus guardianes o podrías tratar de golpearme, sin embargo no lo has hecho, así que permíteme que sea tu maestro –Susurró en su oído- Tu corazón late con fuerza y tus aromas emergen.
-Mmm...!!
-Estás lista, relájate.

Hayato introdujo un dedo en la vagina de la hermosa joven y de súbito penetro su miembro erecto en ella, sus caderas se movían a un ritmo frenético, Natsuki gritaba tanto como le era posible con la mordaza; el ritmo se aceleró y la joven arqueó la espalda, sofocó un grito de placer y se desplomó en el suelo en un charco líquido.

-Dos faltas, la primera no ser sincera; la segunda, correrte sin mi permiso- Susurró desatando la mordaza- ¿Qué tienes que decir?
-¡¿Cómo se suponía que adivinará eso?!
-Debes saberlo, nunca podrás alcanzar el orgasmo sin el permiso de tu maestro.
-¡JA! ¡Nunca había escuchado algo así!
-Me cuesta creer que fueses virgen, tu sangre lo comprueba, sin embargo alcanzaste el clímax muy pronto.
-...
-Ahora lo sabes, no volverás a cometer el mismo error, para asegurarlo recibirás un castigo-Mencionó  sosteniéndola de un brazo y colocándola en sus rodillas.

Los azotes cayeron como una lluvia en los nalgas desnudas de la joven, la cual pataleaba y gritaba, en un extraño intento por evitar la situación, o al menos eso se intentaba decir, convenciéndose de que aquello era una pesadilla y no un dulce sueño. 

Miko Parte I

A mi querido Amel Hartmann en su cumpleaños; Espero que tengas la valentía y  paciencia para alcanzar tus sueños.
Ten un hermoso día. 
Con todo mi amor... 
Evelyn Mayfair.


La tragedia
1500; Honshu Japón...



Fuego, devastación, gritos y rugidos; Akuma Katze “el demonio de fuego” ha resurgido después de 100 años y enfurecido con el sacerdote Takumi Aoyama ha destruido el poblado de Honshu.

Con su último esfuerzo, Takumi se ha levantado junto con sus descendientes, logrando adormecer al demonio, el viento se desplegó en el templo de Honshu, disolviendo a Akuma Katze.


Un eco resuena “No me habéis destruido, y no lograrais hacedlo, juro que me volveré de carne durante la luna roja”.


Aoyama
1610, Honshu, Japón...



La dinastía Hayashi a concebido a su primer varón durante la noche fatídica; la emblemática línea de samuráis a quedado maldecida por la tragedia de hace 100 años; Sin embargo, Kazuma Aoyama, “El sacerdote blanco del templo Honshu”, ha decidido no sacrificar la descendencia de los Hayashi; por ello, dará en matrimonio a su segunda hija, Yumiko, para convertirla en esposa del infante y con ello, sellar sus posibles poderes, erradicando la maldición.


Desde ese día Yumiko fue entrenada como sacerdotisa y esposa de Hayato. 


La familia
1633, Honshu, Japón...


La familia Aoyama ha prosperado gracias al legado ancestral; Kazuma Aoyama “el sacerdote blanco” ha guiado a sus hijos en el camino al que fueron destinados; y cada uno de ellos cumple con diligencia su propósito; Su hijo mayor, Yamato será quien ocupe su lugar, por ello, jamás ha abandonado el templo; Yumiko, su segunda hija, tampoco, pues se entrena como fiel esposa del samurái Hayato quien ahora es un astuto y apuesto guerrero; por otra parte, su hija mayor, Misuki, viaja por todo Japón exorcizando a los demonios más poderosos. Por último, se encuentra Natsuki, su hija menor, cuyo propósito no fu escrito, su padre solo la ha entrenado como sacerdotisa y arquera, con el único fin de ayudar a su hermano en el templo; Con tan solo 16 años, no se le tenía permitido viajar con su hermana por Japón, y no por su corta edad, sino por su falta de disciplina en el antiguo arte del exorcismo. 


El invierno
1633, Honshu, Japón...


Ambas familias se reunieron, solo faltaba un año para consumar el compromiso, Yumiko se encontraba preparada, con 18 años, era una bella mujer, semejante a una diosa invernal; poseía todas las cualidades con las que cualquier samurái soñaba; gracia, inteligencia, una bella voz, dotes para la música, el arte y la cocina. Sin duda era la mujer más apreciada en Honshu.

-Yumiko ¿Has visto a Natsuki? En el establo falta uno de los sementales.
-No padre, desde nuestro regreso no he sabido de ella.
-Esa niña, siempre causando problemas; cuando descubra donde ha estado juro castigarla severamente.
-Descuida padre, iré en su busqueda.
-No Yumiko, se aproxima una tormenta, no debemos desafiar a los dioses.
-Con mayor razón, iré a buscarla.
-Mandaré a tu hermano.
-No, por favor, recuerda que se encuentra meditando, es preciso que nadie interrumpa su entrenamiento o el sello puede destruirse y terribles desgracias le seguirán.
-Entonces iré yo.
-Padre, te lo ruego, te encuentras enfermo y débil, permite que vaya en su búsqueda.
-Si no la encuentras antes de la tormenta, regresa; iremos a buscarla una vez haya terminado.
-Es una promesa.

Yumiko preparó una yegua y partió en búsqueda de su hermana, la obscuridad comía lentamente la senda sin mostrar señal alguna de su Natsuki; el viento comenzó a avanzar con mayor fuerza, el rugido de los dioses se hacía presente, el frio cortaba la piel; una luz se percibía a lo lejos, el humo de una fogata salía de él.

-Natsuki!!!!!! HERMANA!!
-Yumiko! ¿Qué haces aquí?
-Eso debería preguntarlo yo, nuestro padre se encuentra muy molesto.
-¿Debería de sorprenderme?
-Natsuki...
-Perdona; pero el siempre está molesto.
-Eso no es verdad.
-...
-Toma tu caballo, regresemos a casa.
-Pero...
-Se avecina una tormenta, obedece.
-Si.

La tormenta destruyó el camino, con dificultad se podía observar mas allá de unos cuantos pasos, por si fuera poco, la nieve se elevaba más de lo habitual; la yegua de Yumiko cayó de un grieta junto con ella.

-HERMANA!!!!-Gritó Natsuki, mientras bajaba del caballo y corría hacia Yukimo.
-Tranquila, me encuentro bien.
-Déjame ayudarte a levantar.
-Ahh!!
-¿Qué te sucede?
-Creo que me torcí el tobillo y no puedo levantarme, ayuda a la yegua a salir.
-Está bien-dijo tomando las riendas de esta y tirando con fuerza, para lograr sacarla de la grieta.
-Hermana, no es bueno que estés cubierta por tanta nieve, podrías enfermarte-Dijo con la voz entrecortada- ¿Qué haremos? Iré por Yamato
-¡NO! No puedes interrumpir su entrenamiento, recuerda, lo más importante es cumplir con nuestros destinos, tampoco vayas por nuestro padre, se encuentra muy débil.
-¿Qué hare?-Exclamó con desesperación.
-Sujétame en las cuerdas del caballo por la cintura y aproxímame a él.


Natsuki, siguió la orden y con todas sus fuerzas logró sacar a su hermana de la terrible postura en la que se encontraba, tomó las riendas de su caballo obligándolo a recostarse sobre la nieve y así, Yumiko pudo situarse en la espalda de este, para cabalgar hasta el templo. 

El atardecer
1633, Honshu, Japón...


El templo se encontraba en silencio después del desastre nocturno, el sol comenzaba a salir y la pequeña Natsuki, había sido convocada al templo de entrenamiento, un cuarto sencillo con piso de madera y algunos figuras de piedra-

-Natsuki ¿Debo de aclarar por qué te encuentras aquí?
-No.
-Explícalo.
-Le he causado inconvenientes.
-No solo a mí, sino a la seguridad de nuestra dinastía.
-Lo lamento.
-¿Es lo único que puedes decir? Después de faltar a tus lecciones, escapar de casa, provocar el accidente de Yumiko, por el cual se encuentra enferma ¿Realmente no piensas justificar tu irresponsabilidad?
-Mi sentencia está decidida ¿Qué mas podría decir?
-Tu falta de juicio me estremece Natsuki, me encuentro decepcionado.
-Lamento haber causado que mi hermana se lastimara, pero no lamento faltar a mis lecciones, pues no me aportan nada; no huiré de mi castigo, se que lo tengo merecido.
-Yamato, hijo, aproxímate; tú eres mi legitimo heredero, ejecutarás el castigo, desde este momento y en el futuro, te otorgo el completo poder y responsabilidad de este templo.

Yamato se aproximó; odiaba la idea de azotar a su hermana, pero entendía la responsabilidad que le era confiada; así mismo, comprendía la estupidez de los actos de su querida hermana y que estos, no debían salir impunes.

-Desnúdate Natsuki , trae la vara de bambú, entrégamela y colócate en posición.
-Si hermano.

Natsuki se desprendió de su hakama de sacerdotisa, su ropa roja y blanca cayó al suelo, acto segido, salió del dojo, en búsqueda de las varas de bambú que se encontraban el en jardín; dudó un poco antes de escoger alguna, eligió una vara mediana, pues odiaba las pequeñas que hacían cortes en la piel y también las gruesas que dejaban enormes marcas.

-Aquí tienes hermano, disculpa- Al terminar de decir esto hizo una reverencia, le dio la espalda a su hermano, doblo su espalda, sujetándose de las rodillas y esperó.
-Debes de respetar los horarios y reglamento de esta familia, no solo desobedeciste, pusiste en riesgo tu vida y la de Yumiko, te azotaré 50 veces, no pretendas moverte o iniciaré nuevamente.

La vara se elevó y se descargó con furia en los muslos de Natsuki, su cabello negro ahora era una maraña sin orden por el brusco movimiento de su cabeza, el llanto comenzó a los pocos azotes.

-Hermano!! Duele mucho!!- Natsuki estaba acostumbra a que su padre la azotara, pero esta vez, era su hermano quien realizaba la tarea, por lo visto su fuerza era superior a la de su padre.

-Espero que aprendas.
-Juro que no volveré a escaparme de mis deberes, pero por favor detente.
-NATSUKI; calla, debes de afrontar tu errores y aceptar las consecuencias, no nos deshonres.
-Pero...
-Guarda silencio o comenzaré nuevamente- Con esta final advertencia la joven no volvió a protestar, las piernas le temblaban; sus rodillas se flexionaban de vez en cuando, pero siempre intentaba no perder la postura, aún cuando ya no soportaba un solo golpe, sabía que de faltar al respeto al castigo este sería mucho peor, temía a su hermano, pero también lo amaba, y no quería decepcionarlo.

-Hemos terminado-Al escuchar esas palabras, la joven se tiro al suelo rendida y llorosa-Hermana ¿Cómo te atreves?-Inmediatamente Natsuki se incorporó con la poco fuerza que le quedaba y tomando aliento realizó una reverencia pidiendo disculpas-Hermana... Sé que tu cuerpo no resistiría un solo azote mas con la vara, aproxímate-Yamayo abofeteó a su pequeña hermana-Que esto te sirva de lección, no puedes ser irrespetuosa.
-Disculpa hermano- Titubeó con lagrimas en los ojos.

El anochecer 
1633, Honshu, Japón...



Había transcurrido casi un mes, Natsuki se encontraba llorando sobre su cama, no era por el insoportable dolor físico, sino por la muerte de su hermana; la cual, no logró sobrevivir al crudo invierno, todo se encontraba perdido, Yumiko era su única y verdadera hermana; Misuki solo era ausencia, Yamato una figura de autoridad y su padre... bueno, era su padre; sentía que había perdido su alma, su ser más preciado, su protectora; no solo eso, se sentía culpable de su muerte, aunque los espíritus le hubiesen dicho lo contrario. 


El arreglo
1634, Honshu, Japón...



-Escucha, no había otra opción.
-Pero...
-No tienes alternativa.
-¿Quieres que me case con un hombre al que odio?
-No lo conoces.
-Claro que lo conozco, es arrogante, engreído y un supuesto demonio.
-Es un samurái perteneciente a un respetable linaje, igual que esta familia.
-Es un sucio hombre.
-Es educado, apuesto, un excelente guerrero.
-Es viejo.
-Solo 7 años mayor.
-Demasiado viejo.
-Hazlo por tu difunta hermana.
-No, no puedo... No tengo la habilidad como sacerdotisa, ni me interesa intentarlo, tampoco pretendo ser una esposa, no sé nada; solo quiero quedarme en el templo contigo o viajar con Misuki.
-No discutiré mas el tema, la familia Hayashi, te ha aceptado.
-No me importa.
-Deja de ser tan infantil y cumple tu responsabilidad.
-No lo es.
-No lo era, ahora lo es, tienes suerte que el padre de Hayato te aceptara como prometida después de todo lo sucedido, te casaras con Hayato en un año.
-Prefiero morir.

Una bofetada impacto en la mejilla de la joven.

-NATSUKI; no digas tontería, la muerte de tu hermana no será en vano, cumplirás con su papel, lo quieras o no, no pienso dejarte arruinar el nombre de esta familia

-Hermano...



lunes, 19 de mayo de 2014

Humo


Fotografía por: Evelyn Mayfair

Versión en Español:

El rojo de las velas tiñen la penumbra, el dulce aroma se eleva danzante, insomne escribo en tu piel; tu piel... Tu piel que es el humo, que emerge de mis labios, dulce sabor de frutos primaverales. En lenguaje nocturno, lenguaje del amante y de la sombra, así te plasmo, así te escribo, desde la piel y el humo que se infiltra en mis pulmones liberándose en mis labios; te observo desnuda, plagada de simbolismo. Inhalo tu aroma, consumiendo tu figura.



Photography  by: Evelyn Mayfair 

English version: 

The red candlelight dye the gloom; dancing, the sweet smell rises, sleepless I write on your skin; your skin... your skin that is smoke which emerges from my lips, sweet taste of spring fruits. In nocturne language, language of the lover and shadows, that is how I capture you, from the skin and smoke that infiltrates in my lungs, releasing on my lips; I observe you naked, plagued with symbolism. I inhale your fragrance consuming your figure. 

miércoles, 14 de mayo de 2014

Las duchas: Parte I


Después de una agotadora rutina, fue hora de entrar a la piscina; Tomó una rápida ducha, depositó sus pertenencias en una banca de madera, retiró delicadamente sus negras sandalias colocándolas perfectamente alineadas al borde de la piscina, posteriormente recogió su larga y castaña melena para ajustarla al gorro de látex.

Sheila entró al agua concentrándose en la refrescante sensación que envolvía su cuerpo, en la densidad distorsionada; en nadar por ese hermoso carril olímpico.

Después un unas vueltas reposó sus antebrazos en el borde de piedra, sus ojos se toparon con sublimes figuras. Aquel era un hombre perfectamente delineado, con músculos marcados y un firme trasero que resaltaba debido al ajustado traje, la visión era espectacular; en ese instante, unas delicadas piernas caminaron alrededor del hombre; era un cuerpo pálido y femenino, la esbelta figura portaba un traje azul que contrastaba con el rojo de su cabellera, pero lo que más impactó a Sheila fueron los ojos verdes de la joven.

Sheila observaba detenidamente a ambos cuerpos mientras realizaban su rutina de estiramientos, fijó la mirada en muslos y pechos, imaginando tantas cosas... Intentaba ser discreta, fingiendo que realizaba ejercicios respiratorios, pero en realidad solo observaba cómo se tensaba su piel.

La joven pelirroja entró a la piscina; Sheila quedó impresionada por su habilidad de nado; sin embargo decidió continuar con su propia rutina. Habrían pasado unos 45 minutos cuando Sheila salió de la piscina. Caminó hasta los vestidores femeninos y descubrió varios cuerpos completamente desnudos a su alrededor.
Shelia se aproximó a las regaderas; le costaba ducharse, no estaba acostumbrada a que otras mujeres la contemplaran desnuda, además, creía desentonar en aquel ambiente, si bien era hermosa, tenía una complexión un poco robusta; sin embargo no tenía opción, prefería ducharse ahí que al regresar a casa.

Inició a enjabonar su cabello y prosiguió a quitarse el traje de baño, cuando se encontraba en esta labor, se percató que la pelirroja la observaba a un costado de ella, Sheila se sonrojo pero no pudo desviar la mirada de ese delicado perfil y pequeños senos. La pelirroja se aproximo con un sensual movimiento de cadera y tocando el pecho de Shaila susurró-¿Te gusto?

Ante la ausencia de respuesta continuó-Tu a mi si-dijo pasando un dedo entre los labio de Shaila-Los Martes vengo a la piscina- cuando terminó de decir esto, le dio un rápido beso, tomó su toalla y partió a la otra sección de vestidores.


Shaila se quedó incrédula a lo que había pasado, tardó más de lo habitual en ducharse pues no sabía si quería toparse nuevamente con esa criatura.

lunes, 12 de mayo de 2014

Perdiendo la propia creación


Con lápiz escribí tu nombre, en tinta dibujé tu silueta, en un libro ha muerto tu palabra, fugándose en polvo de estrellas, he destruido la senda que te guiaba a tu destino, ¿Has quedado perdido en el tiempo?


Las letras han quedado disueltas; el papel se ha consumido; el fuego carcomió mis pensamientos; mis lágrimas se derramaron en ceniza, convirtiéndote en ríos de carbón; te he desangrado, quedando manchada de negro. En los rayos plateados pude degustar tu carácter y palpar tu cuerpo, ahora solo queda el marchito sabor sobre mis labios... Tu voz trasportada en el viento ha quedado opacada por el crujiente vacío. 

Tu aliento me lo arrebato la muerte. En ti, tortuosa muero; mi mano ante contraluz se eleva... Desesperado intento de alcanzar tu recuerdo. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Tus ojos asesinan


Tus ojos asesinan... O quizá, solo trasportan a una profunda oscuridad, en donde la locura reina; en donde no hay salida; la lujuria melodía, entonada por pasión. Matas con tus labios, destruyendo con palabras ¿Existe mejor asesino, que el que no toca la muerte? Sádica sonrisa se dibuja en torno a ti... Me entrego a tu lengua, pues soy tu prisionera, has colocado la cadena y el collar; gozo silente, asfixiante clímax; bestial arrebato, se aferra entre mis pechos.